LA PIFIA DE UN PIFIADO
La elección de un nombre siempre trajo margen para las más pintorescas anécdotas, y como no podía ser de otra manera, Huracán también tuvo la suya. Tras agotadas conversaciones, donde se mencionaron nombres como “Defensores de Nueva Pompeya” o “Nueva Esperanza”, también se tiró el de “Verde Esperanza”, al que otros agregaron que no podía obviarse que este equipo no perdería. Así surgió la denominación de “Verde Esperanza y No Pierde”.
De momento, lo único que querían los muchachos era encontrar un nombre para hacer un sello que los identificara. Se optó primero por conseguir dinero para elaborar el distintivo de la entidad y con los ahorros de la primera cuota social se reunieron dos pesos y cincuenta centavos.
A la librería de Sáenz y Esquiú fueron en busca de su insignia y una vez en el comercio, con el dinero en la mano, se destinaron a pedir el sello. Este debía lucir un “Verde Esperanza y No Pierde – Calle Ventana 859”, pero la sorpresa llegó cuando cambiaron de opinión tras la sugerencia del librero, el señor Richino, quien expresó que no alcanzaba ese dinero para un sello con tantas letras. El dueño de la librería opinó que la extensión del nombre no era adecuada para un club y propuso el que figuraba en un afiche de un producto de masiva venta:
“¿Por qué no le ponen ese nombre? ¡El Huracán! Es lindo y además es corto”, sugirió el vendedor.
Tras breve charla, Stefanini recordó que en Montevideo había un equipo con ese nombre, por lo que los muchachos adoptaron, sin saberlo, el apelativo del globo aerostático que luego utilizaría el ingeniero Jorge Newbery en sus viajes.
Una semana más tarde volvieron de retirar el sello y como no resistían las ganas de utilizarlo, decidieron estamparlo en la pared de una casa recubierta de mármol blanco de la calle Ventana. La sorpresa se la llevaron cuando encontraron que el sello reproducía:
“Club El UraCán – Calle Ventana 859”.
La duda quedó instalada. Algunos dijeron que el librero no podía equivocarse y dedujeron que si urraca no llevaba la letra muda, Huracán no tenía por qué hacerlo.
Los muchachos aceptaron el sello, pero tiempo después, cuando les donaron los arcos con la inscripción “Huracán” en la parte superior de los travesaños, se sintieron engañados y decidieron visitar al librero. Richino argumentó que había pasado mucho tiempo y que prefería regalarles una almohadilla antes que devolverles el dinero, porque en definitiva,
“con hache o sin hache, huracán siempre quiere decir lo mismo”.
Con la almohadilla en la mano y convencidos de no poder hacer cambiar de parecer al comerciante, los muchachos volvieron a casa para dar uso al sello fallado.
A partir de entonces comenzó una nueva campaña por parte de los asociados para organizar definitivamente la institución y hacer nuevos adherentes. Aunque no hubo mucha actividad por un año y medio, las reuniones se fueron alternando de acuerdo a las diferentes viviendas de los socios, en Patagones 2550 de Dellisola, o en Rondeau 3066, Virrey Liniers 2370 y Las Palmas 2977.
INSTITUCIONAL
Es reelegida la lista que se encontraba en el poder pero prácticamente no hay encuentros oficiales ni práctica deportiva en demasía.
EL CAMPEONATO DE LA LIGA CENTENARIO
Huracán busca juntar partidos y para ello se enfila en la Liga Centenario de 1909 con un equipo de Menores (cuarta división). Esta Liga es de escaso potencial para las pretensiones de "El Huracán".
El equipo adoptó en los primeros tiempos unas camisetas coloradas con una franja horizontal blanca y el nombre del club inscripto en el pecho.
Ingresa en 1909 con un team de Menores a la Liga Centenario. Su primer partido lo pierde 4 a 1 con el Victoria United. A mitad de temporada ingresó Agustín Alberti y mejoró el equipo. La final se pierde con La Unión por el mismo resultado, aunque se decide otorgarle una copa al subcampeón por su buena conducta en el torneo.
En 1910 ya se toma contacto con José Laguna, que se muda en ese tiempo a Patricios. Además, se agregan varios socios más del Asilo de Huérfanos "General San Martín". Para entonces, el joven club cuenta ya entre sus filas con distinguidos adeptos como Enrique Giménez, José Regalía, José Cruz y Juan Jacques.
LLEGAN ALGUNOS MUCHACHOS
En aquellos tiempos no había mercado de pases. Pese a haber conseguido ya un título, la gente de Huracán no se relajó y trajo a jugadores como los hermanos Martínez y R. Sosa.
EL AUGE DEL GLOBO AEROSTÁTICO "HURACÁN"
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El globo Huracán en pleno vuelo cuando en tierra juegan River y San Isidro
El "Huracán" fue un globo aerostático de seda, con 800 metros cúbicos de capacidad. Este fue construido en Francia y adquirido por el Aeroclub Argentino, tal como lo expresa la carta del 2 de junio de 1909 dirigida al mayor Waldino Correa, a quien se le hace saber que “había llegado de Europa el globo Huracán y algunos aparatos meteorológicos”.
La aeronave fue piloteada por primera vez casi tres meses después de su llegada a la Argentina, el 30 de agosto, cuando Jorge Newbery unió las localidades santafesinas de Rosario y San Gerónimo en 75 minutos. El 12 de septiembre y el 21 de noviembre se realizan dos carreras, entre los globos Huracán y Patriota, a modo de exposición. El 10 de octubre es Felipe Madariaga el que pilotea al primero de ellos en compañía de Gervasio Videla Dorna, uniendo las localidades de Belgrano y Lanús.
El 17 de diciembre es navegado por Lisandro Billinghurst y Alejandro Amoretti, que unen Belgrano y la localidad montense de Videla Dorna. Dos días después vuelve Billinghurst a utilizarlo, aunque esta vez es acompañado por Videla Dorna y viaja desde Belgrano hasta Bella Vista.
El 21 de Noviembre 1909 se realizó una carrera aerostática de la que participan los aeróstatos Huracán, piloteado por Newbery y Alberto Mascías; y el Patriota, conducido por Madariaga, Eduardo Bradley y Alfredo Palacios. Ambos esféricos partieron desde la ciudad de La Plata, resultando ganador el Huracán, que llegó hasta Tapiales con una duración de vuelo de 2 horas y 10 minutos. Ese punto fue clave para los purretes del sur de la ciudad, que vieron pasar a los globos sobre sus barrios sin pedir ningún permiso. A partir de allí, la silueta del globo y el nombre de Huracán ya eran reconocidos fácilmente por la gente y relacionado, sin ninguna duda, con el ingeniero Newbery.
Pero el Huracán siguió realizando hazañas, pues participó en la Copa Canter. En esa oportunidad, el aerostato Huracán logró el primer puesto bajo la tripulación de Newbery y Videla Dorna, que partieron desde Belgrano y llegaron a Monte Grande, derrotando al Patriota, que estuvo menos tiempo en el aire y llegó a Adrogué.
Un tiempo después, el 27 de diciembre, el Globo Huracán no sólo perteneció exclusivamente al reconocimiento porteño, sino que su fama pegó un salto mundial cuando Newbery lo condujo en un tiempo récord de trece horas, a través de los 541 kilómetros que distancian la fábrica de Gas de Belgrano (Buenos Aires) de la ciudad brasileña de Bagé. Ese kilometraje fue el recorrido máximo que persona alguna había realizado en globo.
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