ELIO "TUERTO" MONTAÑO




63 ENCUENTROS - 31 GOLES
(1954-1959)
El entreala derecho Elio Rubén Montaño nació en Casilda (Santa Fe), el 29 de Agosto de 1929. Surgió en Newell’s Old Boys, donde su corta trayectoria ya lo hacía merecedor de anécdotas. En 1949, con tan solo 20 años, el “Loco” realiza con su equipo una gira por Europa. En un encuentro jugado en Berlín le correspondió a Montaño patear un córner. El balón llegó al centro del área pero volvió al borde de la misma por el terrible viento que había. Como resultado, Montaño tiró el centro, la cabeceó y también hizo el gol. Siguió por Boca Juniors, donde no lució demasiado, aunque de allí consiguió su apodo de “Tuerto”. Le habían golpeado la cara y acudieron a él tanto el masajista como el médico para observar que le había ocurrido. En eso, el half Benicio Acosta, quien después sería técnico de Huracán, le gritó “dale, levantate tuerto, y tomá el ojo que se te salió". Sin embargo, el apodo de “Loco” lo tenía bien puesto, motivo de todos los curiosos incidentes que vivió a lo largo de su estadía boquense. Con ese equipo realizó varias giras por Europa y América y por ejemplo, en Brasil y ya arriba del avión, Montaño le prendió fuego el diario a Juan Vairo. Su compañero estaba leyendo Crítica y el “Loco” le fogueó la parte de abajo. Hubo que tirar frazadas para apagar el incendio y se armó tal escándalo que la empresa aérea quiso bajarlos. En Chile, Montaño le atajó un penal a Colo Colo. En ese tiempo se viajaba con un solo arquero y habían echado a Elías Musimessi. El “Loco” se colocó el buzo amarillo, se tiró para el lado que pateó el chileno y la pelota le dio de lleno en la cara, ocasionando el triunfo boquense con gol de “Pierino” González. Otro episodio curioso le sucede visitando a Chacarita Juniors, ya que quería vengarse de un golpe de Pizarro. Si bien no era de pelearse, su rival le había aplicado una patada en el mentón y le dejó una cicatriz para toda la vida. Ya en la revancha en La Boca, en un centro, lo mandó a Pizarro adentro del arco, pues en lugar de cabecear la pelota le dio en el medio de la cara y lo mandó al Hospital Argerich. Terminado el año 1953 llegó a Huracán. Y en el Globo, Elio siguió haciendo “de las suyas”. Ya de entrada, un episodio entre Montaño y el presidente Ducó daban señas del carácter de cada uno. El delantero llegaba de Boca Juniors y Huracán decidía conformar un equipo con hombres como Bendazzi, Ardanaz, Ortigüela o él. Los jugadores pretendían un dinero que los dirigentes no estaban dispuestos a darles, por lo que Tomás Ducó citó una noche a los futbolistas para que vayan pasando a su despacho en forma individual. Cuando Montaño entró, Ducó lo recibió con una pistola 45 apoyada en el escritorio. El arreglo fue inmediato y el Loco argumentó a su salida que “sabía que íbamos a arreglar el contrato enseguida". Era flaco y de estatura media pero habilidoso, astuto, gran encarador de arqueros y rápido para escurrirse entre los rivales. En Huracán demostró ser un goleador “de área” de gran capacidad. Complementaba su carácter ingenioso con su picardía, su juego de potrero y su falta de domesticación técnica. Es que estaba muy alejado de las tácticas y de las indicaciones. Debido a su gracia personal fue considerado un personaje del fútbol. Era irrespetuoso con sus jugadas y podía actuar tanto por izquierda como por el centro del ataque. Montaño tenía la costumbre de jugar al fútbol y relatar su partido, lo que fastidiaba a los contrarios aunque no fuese ese su propósito. Montaño sentía el fútbol y relataba “la para, la pisa, va un caño, tira el centro y se la pone al ocho” como si fuese una transmisión radial. Pero sus historias no se acabaron en sus inicios. En una ocasión, fue a Montevideo con el Globo para jugar contra Peñarol. En una incidencia del partido, el zaguero William Martínez le pegó un terrible empujón que dejó al Loco en el suelo. Martínez lo miró y le dijo “no llores, que el fútbol es un juego de hombres”, a lo que Montaño le respondió: “si es un juego de hombres… ¿qué hacés acá adentro?”. Dicen que al uruguayo hubo que frenarlo entre seis hombres para controlarlo. En el final de 1955, cuando el general Juan Perón se hallaba exiliado en Panamá, fue visitado por varios jugadores de Huracán. Montaño era de familia peronista y sentía una gran admiración por el “Pocho” desde que su familia había sido favorecida con ayuda social de la fundación Eva Perón. Fue amigo del General y aprovechó una gira de Huracán por Centroamérica para poder visitarlo en el exilio. El Globo ya había jugado dos partidos y Montaño pidió permiso para vstar a Perón porque se enteró por los diarios que el General acababa de radicarse en Panamá. El ex presidente se mostró agradecido y con él se quedó en la intimidad para brindar en Navidad. Huracán regresó a Buenos Aires al cabo de un partido más pero el “Tuerto” había quedado varado en ese país, por lo que el propio Perón hizo que le consiguieran un pasaje de regreso. El problema fue que los servicios de Inteligencia tenían información de su estadía desde el aeropuerto de Ezeiza lo llevaron detenido hacia la Casa de Gobierno. Montaño contó que lo “tuvieron entre 10 y 12 horas demorado. Un militar de la SIDE me interrogó hacia última hora de la tarde. Luego de explicar cien veces mi condición exclusiva de jugador de fútbol y de amigo del General, el funcionario me pidió casi a los gritos que me pusiera de pie al tiempo que me preguntaba qué me dio Perón en Panamá. Tras lo cual yo, abriendo los brazos, me acerqué y le hice el ademán de abrazarlo. Lo que casi equivalió a una condena. Solamente había recibido un simple abrazo. Luego supe que los militares que lo habían derrocado pensaban que yo traía cierta información reservada desde Panamá”. Todo este episodio ocasionó que el “Loco” fuera separado del plantel argentino que habría de participar en el Campeonato Panamericano de México, siendo remplazado por Norberto “Tucho” Méndez, de Tigre, que en ese momento se encontraba de gira por Centroamérica. Además, por cuestiones políticas, se le hizo muy difícil a Huracán poder renovarle el contrato al jugador. Después de Huracán pasó a Peñarol de Montevideo, donde cumplió uno de sus ciclos más brillantes y se convirtió en figura. Había ido para reemplazar al ídolo José Schiaffino, y en poco tiempo alcanzó su nivel. Allí convirtió más de 50 goles y fue campeón en 1958. Sin embargo, el problema seguía en su postura política, ya que lo más se recuerda de Montaño fue uno de los titulares de los diarios de cuando se supo de su transferencia. Un diario uruguayo publicó “Peñarol trae a un delantero peronista”. En los tres años en Peñarol de Montevideo, Montaño consiguió ganar tres campeonatos seguidos. Contaba que "Peñarol era un gran equipo, agarrábamos a los chicos en Montevideo y ya en el primer tiempo nos poníamos tres, cuatro o cinco a cero. Entonces, en la cancha embromábamos. Una tarde en el Centenario contra Rampla Juniors un defensor de ellos me tiró al suelo con una patada terrible y yo corté una mata de pasto, me paré y le digo ¡Tomá caballo, comé!" El "Loco" se destacaba por su forma de ser, pícara, ocurrente, traviesa y desfachatada: hablador, cachador, no sólo relataba adentro de la cancha las jugadas que realizaba, sino que también le gustaba la noche, el cabaret, la farra, que eran hábitos que no abandonaba ni siquiera los sábados, cuando Peñarol concentraba en un hotel céntrico del que, obviamente, se escapaba. Hasta que una vez un dirigente resolvió concentrar junto al plantel con la idea de desenmascararlo. Grande fue, entonces, la sorpresa del delantero cuando el domingo a las seis de la mañana volvía de la garufa y, al doblar la esquina, vio al directivo parado en la puerta del hotel, como si fuera un soldado haciendo guardia. Lejos de esconderse o amilanarse, el "Loco" enfiló hacia el "celador" con el mismo atrevimiento que si viniera gambeteando y lo encaró, sin darle tiempo a que le recriminara nada: "¿qué dice, don? Ta’ lindo el día, ¿eh? Yo, por eso, aproveché, me levanté temprano y salí a caminar una cuadras..." En el Peñarol de 1958 se le dio todo, ya que fue campeón y goleador de la liga uruguaya.
En 1959 pasó a Internacional de Brasil, aunque sólo disputó un partido amistoso. Fue figura y convirtió un gol, pero pidió demasiado dinero y el equipo de Porto Alegre no pudo pagarlo. De allí regresó a Huracán para completar un total de 63 partidos y 31 goles, entre 1954 y 1959. Siguió su carrera por Porto de Portugal, fue goleador del campeonato de Uruguay con Danubio, y volvió al país para actuar con Los Andes y Rosario Central. Allí coincidió con César Luis Menotti, quien contó que en un clásico ante Newell’s eludió al arquero y pateó rápido para poder ir a festejar el gol con su hinchada, pero la pelota no entró en el arco y los hinchas se enfadaron con él. Otra anécdota ocurrió ante Atlanta, cuando el “Gitano” Juárez le pide "a Menotti no se la des, vas a ver cómo te putea”, y como ya íban 4 a 0 se pusieron de acuerdo para amagarlo. Menotti le gritó “¡que te parió, Tuerto hijo de puta,!” todo el segundo tiempo, hasta que poco antes del final y durante un lateral, el Loco le pregunta “¿La querés, Flaco?”. Se la dio, pero Monotti la remató de voleo y luego intentó agredir al Loco... el árbitro lo echó. Elio siguió su gira y volvió al fútbol de Uruguay, Deportivo Galicia de Venezuela y Cúcuta de Colombia. Ya retirado, actuó en la Mutual de Futbolistas de Huracán. El “Tuerto” jugó hasta los 35 años. Luego trabajo muy poco tiempo como entrenador, apenas en Arizu Villa Atuel. Una vez en la tercera edad vive de un magro subsidio otorgado por la AFA a los jugadores que vistieron la camiseta argentina y reside en una pensión ubicada cerca de Caseros y Rioja, en Parque Patricios.

Montaño en Danubio

Trayectoria
  • 1949-1951 - Newell’s Old Boys
  • 1952-1953 - Boca Juniors
  • 1954 - Huracán
  • 1955 - Huracán
  • 1956 - Huracán
  • 1956-1958 - Peñarol (Uruguay)
  • 1959 - Huracán.
  • 1960-1961 - Porto (Portugal)
  • 1961 - Los Andes
  • 1962 - Rosario Central
  • 1962-1963 - Sporting Lisboa (Portugal)
  • 1963 - Danubio (Uruguay)
  • 1964 - Dep. Galicia (Venezuela)
  • 1965 - Cúcuta (Colombia)